Por Blanca Padilla
Para ejemplificar el uso de los tiempos pasados
e inspirada en las historias de los estudiantes de aquel grupo que atendí hace
algunos meses, escribí este pequeño relato que luego compartí con ellos durante
la clase, porque estoy convencida de que las palabras de un idioma nuevo se
quedan con mayor facilidad cuando hablan de nosotros mismos. Los protagonistas,
quizá, lo recordarán.
Christi es una estudiante de California, Estados Unidos. Ella nos contó que, hace varios años, ya había estado en México, pero que entonces no había podido visitar tantos lugares como ahora.
Antes de conocer a su actual amiga mexicana,
había pensado que, esta vez, su experiencia sería muy similar a la anterior.
Sin embargo, la mexicana le había hablado de muchos lugares bonitos y ya
ansiaba poder conocerlos.
Desde que llegó, las conversaciones con su
amiga, aumentaron sus expectativas. Su amiga ya había preparado un excelente
itinerario que incluía Acapulco, Cuernavaca, Tepoztlán, Teotihuacán, Tolantongo
y visitas a teatros, cines, centros comerciales y buenos restaurantes de comida
mexicana.
Ya ha probado de todo, en cuanto a comida, pero
lo que no soporta para nada es la idea de probar gusanos de maguey. Los
chapulines tampoco son algo que le haya gustado mucho. Aún recuerda la fea
sensación que le produjo la patita de un chapulín atorada entre sus dientes. “¡Fue
horrible!”, nos dijo.
Para los viajes largos ella y sus amigos
mexicanos han viajado en un carro particular; pero, mientras anda en la ciudad
de México, sólo utiliza Uber. Sus compañeros de clase –en este curso de español–
no pueden creerlo. Le han insistido mucho que debe viajar por lo menos una vez
en el metro o en el metrobús, pero ella está por irse y ninguno de ellos la ha
convencido todavía.
Y hablando de sus compañeros, ellos son Betti,
una húngara enamorada de los bailes latinos y de Miguel, su novio mexicano y Andrew,
un polaco de espíritu aventurero y empresarial. Él vino a México acompañando a
su novia, quien se encuentra haciendo una residencia en un hospital mexicano.
Durante las primeras semanas también estuvo con
nosotros, Ana. Ella también es de Polonia, como Andrew, pero nos dejó la última
semana porque en México y América Latina hay mucho por explorar y ella se fue a
conocer todo lo que pueda.
Andrew, nunca había venido a México y su afán
por experimentar nuevos sabores y lugares lo ha llevado a sufrir las
consecuencias: en los últimos días se ha enfermado un poco del estómago y
también le dio gripe. No es para menos, en este verano, como siempre, el clima
cambia de un momento a otro. Sin previo aviso comienza a llover o sale un sol
espléndido que sofoca con su calor.
Pero, a pesar de todo, Andrew no se da por
vencido. Nunca lo abandona una sonrisa y siempre ha sido amable con sus
compañeras. Constantemente las invita a conocer lugares nuevos o a probar los
platillos mexicanos que va descubriendo.
Además, con la intención de ocupar su tiempo
libre en algo productivo, Andrew se inscribió en un proyecto para enseñar
inglés a los niños de un orfanato ubicado en Los Reyes la Paz, un municipio del
Estado de México.
Tenía muchas expectativas acerca de esta
actividad, estaba muy entusiasmado e incluso les dijo a sus compañeras que
sería bueno que se unieran a él. Sin embargo, al principio, el plan no fue muy
exitoso. Finalmente todo fluyó como esperaba, según nos contó después.
Betti, por su parte, siempre ha llegado con una
sonrisa a la clase y todo el tiempo ha estado dispuesta a apoyar a sus
compañeros. Ella es de esas personas que le ponen la sal y la pimienta a la
convivencia grupal, es decir, el sabor. Es bromista y, aunque es de una tierra
tan fría, como los cubanos, a la menor provocación comienza a bailar.
Sólo una vez la he visto muy angustiada, fue cuando
se enteró de que la esposa de su padre había intentado suicidarse. “Me duele
que pasen estas cosas cuando estoy tan lejos de ellos”, nos dijo apenada.
Todos tratamos de animarla y pronto recuperó su
habitual alegría. En pocos minutos dejó a un lado sus pesares y con entusiasmo
participaba en clase.
Betti nos ha platicado mucho de Hungría, sobre
todo del sistema de protección a la familia y a las madres. Por eso, nos ha
dicho que, a ella no le gustaría tener hijos en México sino en su país, pues
sabe que allá, como mujer trabajadora, tendrá mucha protección de las
autoridades.
Y hablando de seguridad y de cómo se siente
cada uno, con respecto a este tema, en su país, Ana dijo tajante que, si a ella
le ocurriera algo en México, antes que ir a la embajada de su país, iría a la
embajada de Estados Unidos. Ella y Andrew, a diferencia de Christi, nunca han
creído que su gobierno pueda protegerlos.
“Polonia es el México de Europa”, nos han dicho
los polacos, en una clara alusión a los esfuerzos infructuosos que los dos
países hacen por salir del rezago económico y de una larga tradición de
corrupción entre sus gobernantes.
En este mismo sentido, todos han expresado su
preocupación por la situación de violencia que vive México. Han escuchado
muchos comentarios al respecto, les han hecho muchas advertencias de peligro y
han visto terribles noticias en los periódicos. Sin embargo, también han recibido
buenos comentarios y su propia experiencia les indica que México todavía es un
lugar en el que se puede vivir y disfrutar de sus bellezas.
“También en Europa se está viviendo un clima de
violencia, aunque distinto”, nos ha dicho Betti. Y teniendo esto en cuenta, todos
han concluido que sólo deben actuar con precaución, esperar lo mejor y seguir
disfrutando su estancia en México, por los días que les quedan aquí.
Chisti nos ha dicho que andará de compras en
las últimas horas. Desea encontrar un buen regalo para su amiga mexicana. Había
pensado en algo para la casa, algo que sea lindo, durable y que al mismo tiempo
sea útil, pero aún no se decide.
El último viaje que hará, más allá de la ciudad
de México, será a Tolantongo. Irá con una amiga que llegará este jueves a la
ciudad de México. Esta amiga ha rentado un auto para poder llegar cómodamente
hasta aquel lugar.
Después de este viaje retornará a su país donde
iniciará sus estudios de maestría.
Andrew, junto con su novia, comenzará un viaje
por las playas mexicanas y del Caribe. Cuba los espera.
Betti, después de que una mala empresa obligara
a su novio a renunciar a su trabajo, está feliz porque ahora tiene más tiempo
para viajar con él y también han planeado visitar algunas playas y ciudades coloniales.
Grandes planes y una felicidad sin límites espera
a estos estudiantes. Yo estaré feliz por ellos, pero desde ahora sé que los
extrañaré. Ya me había acostumbrado a sus pasos, a sus risas, a sus voces de
nuevos hablantes de español, pero como dice el poeta: “es tan corto el amor y
es tan largo el olvido”. Su recuerdo siempre quedará en mi memoria.
Blanca Padilla. México,
agosto 3, 2016.
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